La arrogancia de los -“gestores del conocimiento”- siempre los llevará a creer que pueden controlar el lenguaje. Alain Deneault
En las teorías conspiranoicas de sectas o cofradías y el rastreo del capital sobre los grandes personajes que ostentan el poder, una serie de rostros invisibles y casi invisibles, parecen modelar las cuerdas que tensionan el universo limitado de los humanos. No obstante, cuando se trata de organizaciones que operan más o menos de forma similar a las cofradías y que son perfectamente identificables, surgen una serie de lecturas capaces de dimensionar lógicas equiparables a los sonidos de una carreta vacía, mafias al estilo hollywoodesco y mucho más. Es decir, un poder que por naturaleza instituida constituye la representación de acuerdo a los niveles e importancias que le son signados, pero no necesariamente compenetrable con la moral elevada de quienes los ostentan.
En algunos casos, estas grandes referencias del dominio instituido comparten un factor común que no necesariamente son la regla universal: herencia y designación de poder. Para el caso de quienes son el derivado de dicho binomio, el acceso surge de acuerdo a las realidades o dinámicas de determinados sectores, según su naturaleza y escenario de acción. En muchos casos, el mérito pasa a ser un mito más gracias a la asignación hereditaria; en otros, surgen formas de organización de acuerdo a intereses de clases. Pues el ascenso a una organización criminal por ejemplo, determinaría y demandaría cierto grado de osadía. Y en adelante, cada agrupación se asemejaría a un modo de aglutinación según los puntos comunes y focales.
Ahora bien, cualquier tipo de organización jerárquica desde el seno de la economía del libre mercado, hasta una expresión más parasitaria como el Estado, reflejarán la decadencia y actual crisis tanto en los niveles macros y micros, privados y públicos. Es aquí donde introducimos herencia y designación de poder como extensión que cobija a partir de apellidos, poder económico, político o lo que desde expresiones de nuestro venezolanismo pudieran convenir más o menos así: enchufados –corruptos amasando fortunas desde el seno del Estado-, jalacabullas –personas adulantes-, oportunistas, viveza criolla –es la viveza “picara” de quien se lucra para beneficio propio en detrimento de la sociedad venezolana- y pare de contar, como maneras de acceso al escenario público.
Por ello, instituciones de Países como el de Alicia han sucumbido al erigido síndrome de Peter o en términos más actuales, la instauración de un verdadero sistema basado en la Mediocracia. Concepciones que hasta ahora formaban gran parte de la institucionalidad y dinámica mercantilista que produce el capitalismo de la autofagia, ceden el paso a formas de organización estatal. Alain Deneault explica como el término Mediocracia designa el punto medio que orbita por debajo de la superioridad y por encima de la inferioridad. Es decir, la institucionalización de tal condición –mediocre- es la suma de una introspección neutra y sin tracción. Por lo que podríamos decir que dicho estado es la conformidad e inamovilidad en la cual no existe tensión creadora, no existe dialéctica negativa y ni siquiera en el peor de los casos existe una dilatación del pensamiento positivo.
Mientras que aspectos como la autoridad reposan sobre la capacidad de un líder para “ganarse el respeto” en pro de la movilización de los sentidos, las energías y las acciones; para el caso del poder solo es la representación en términos foucaultianos de la embestidura que representa su naturaleza, en este caso, el poder que representa un presidente, militar, docente, delincuente, etc… De manera que, autoridad y poder aunque suelen ser tomados como sinónimos se distancian debido a sus naturalezas variables, en términos de campo y acción.
Por lo cual, la validez con la que Alain Deneault los emplea dentro del modelo capitalista son reducidos a la camisa de fuerza del modelo económico predominante. Más allá de la intención aclaratoria que en adelante nos posibilitará reasignar su significado bajo el empleo institucional que posee el Estado y sus estructuras, referimos que otros aspectos como beneplácito, pereza intelectual e instauración del ego, emergen en principio gracias a la condición de la media o punto medio:
La conformidad de un acto a su nivel medio, cuando es forzada y universal, confina a una sociedad entera a la trivialidad. Pero el medio remite también al entorno, y puede referirse específicamente al medio profesional o laboral como un lugar de compromiso (en ocasiones deshonesto) en el que ninguna obra relevante puede tener lugar (…) Cabe señalar, sin embargo, que la persona mediocre no está por ahí tumbada sin hacer nada: en realidad sí que sabe esforzarse en el trabajo. Hace falta mucho esfuerzo para producir un programa comercial de televisión, para solicitar una beca de investigación, para diseñar tarritos de yogur que parezcan aerodinámicos o para organizar el contenido ritual de una reunión entre una ministra y una delegación de su contraparte.1
El acto de nivel medio parece ser la práctica que al igual que el capitalismo el Estado ha comenzado a instaurar en una sociedad que cada vez más parece extraviarse o más certeramente perderse en el sinsentido de sus instituciones. La trivialidad de aspectos como el de anteponer concepciones personalistas, acciones proselitistas y promociones seudoprofesionales despojadas de filtros claros como el de la ecuanimidad y rigurosidad, son un claro síntoma de un deteriorada forma de racionalidad. Las capacidades individuales de cada empleado son desplazadas por un modo de organización que expulsa lo distinto e instaura la serialización de un tipo de igualdad aterradora. Ahora suplantada por un tipo de preferencialidad mediocre:
Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo (…) La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social.2
Tal proliferación de lo igual es a su vez la masificación de una especie de pensamiento compartido, acrítico y complaciente. Los sujetos sociales, en medio de una realidad convulsa, cada vez más son arrastrados a la sinergia de la crisis. Mientras en las estructuras del capitalismo se genera la pobreza y desigualdad; en el seno del Estado se imposibilita por la fuerza exógena del mismo capital, sumado a la desidia, la corruptela interna y la incapacidad de originar nuevas formas de pensar fuera de las lógicas dominantes. Por lo tanto, dicho Estado es el reverso de prácticas similares que reproducen las formas de interrelación del “fracaso” según los puntos de vista, jerarquizado y distribuido como sociedad de clases.
Lo cual supone la erosión y destrucción de la esencia dinámica de lo que genera creación, excedente, calidad y diferencia. Categorías como la fuerza de trabajo vivo y objetivado han sido expuestas en la teoría marxiana. Ello señala con gran magistralidad que la fuerza de trabajo del reino de la <<Mediocracia>> es la labor objetivada y operativa. El mediocre es en sí una especie de pieza que aceita la maquinaria debido a la imposibilidad por cambiar la esencia de las estructuras. Por de más, muy distante de las nuevas propuestas como de(s)colonizar los espacios estructurados. Es decir, cambiar la esencia de la hegemonía funcional estructurada por la reorientación de espacios sociales para generar nuevas formas de procesos económicos, políticos, idearios y de acción conjunta, como constitución de las utopías generadas por epistemologías como la del Sur.
En este sentido, la diferencia con respecto al trabajo objetivado es que el trabajo vivo por esencia motoriza el cambio y la interiorización de modos de autosuficiencia. Siendo un mecanismo disruptivo rastreado en las formas de producción no seriales de las comunidades originarias. En naciones donde es más importante el partido político al que perteneces o a que grupo de cofradías correspondes, como intrínsecas formas de instauración de la masa productiva en términos inmateriales y materiales, surge un natural descalabro de congregaciones como cardúmenes que se mueven por sinergia colectiva bajo un modo de univocidad: la media. Esto parece confirmar que la objetivación acompañada de una media constante, suma lo operativo en términos de un nuevo tipo de jerarquización que para el caso estatal, ya no es la producción asistida en las fábricas, sino la instauración de trabajadores orientados a mantener el “equilibrio” de la inamovilidad, conformismo y no tracción del interior creativo que cada ser humano posee.
Parece que un país donde la institucionalidad está completamente corroída, las viejas cofradías que ahora emulan o se asemejan a un anaquel de museo o biblioteca abandonada; sumado a las designaciones de poder, hace que persista la perdida de las cruciales potencialidades humanas y la sangre regeneradora capaz de producir transformaciones. Se edifica un panorama de sustitución por un nuevo tipo de instauración de nuevo orden. Además, un Estado dinamitado por la guerra híbrida y la mascarada de enemigos internos que imperceptiblemente ignoran el juego de la autodestrucción bajo la misma red, pero desde diversas hebras de las tramas, supone un riesgo de considerables repercusiones futuras.
A estas cofradías que se extienden a lo largo y ancho de instituciones públicas estatales, se suma la más peligrosa: el sector educativo. Ya que la muerte o anestesia del pensamiento es un modo de fenecimiento de la vida interior que brota hacia lo exógeno. Cofradías que por ejemplo hacían vida desde los grandes recintos conferencistas, más que la resistencia dibujan un paisaje desolador. Como si los recintos se encontraran en pleno abandono como zonas de concentración efímera y de fuga. El acceso hacia el conocimiento posee enemigos inimaginables. La deserción cada vez mayor cuantifica un problema de largo alcance. Gracias a la involución en las cuales se encuentran sumergidas dichas casas de estudio. La negación por parte de estas comunidades sobre los profundos cambios sociales, económicos, estructurales y políticos, elevan el peligro del actual estado de la educación.
En un mundo altamente interconectado en el cual puedes presenciar una conferencia magistral, obtener un volumen tsunamico de información, compartir conocimiento, crear comunidades colaborativas, publicar, crear, etc. Negar tales potencias se revierte de manera negativa. La educación parece ir a la baja, hundida bajo la tensión de un modelo que no da respuesta a la realidad social. Desde maestros que se sumergen en viejas prácticas estériles, hasta la incapacidad de formar generaciones para un futuro próximo predicho de automatismos, creatividad, hibridación digital, etc… Nos coloca en desventaja notable. Por de más, parecen encontrarse abandonados a la suerte como una especie de barco en medio de un naufragio. Los dinosaurios por así decirlo, parecen extinguirse sin que siquiera puedan percibirlo.
En algunos casos, maestros que no se preocuparon en educar para la libertad sino para la sumisión y el endiosamiento. Algunos y algunas como dirigentes de prestigiosas casas de estudio que forman parte de un pasado reciente, son especies de destellos intermitentes que comienzan a desdibujarse de la memoria. Debido a la incapacidad de conectar como puentes de creación para las generaciones venideras; fenecen de gota en gota. Los edificios de la inteligencia, empatía y reciprocidades humanas se erigen fracturados por la imposibilidad de cuantificar cada recurso rechazado, baleado y proscrito gracias a la media de los medios.
Así, Alain Deneault señala que los mediocres de diversas índoles y latitudes no necesariamente se encuentran dispersados como cuerpos infecundos, en realidad potencian sus energías en acciones como las de <<diseñar tarritos de yogur que parezcan aerodinámicos>>, solicitando becas de estudio, produciendo un programa de Tv, organizando reuniones, entre otras acciones. En sus palabras nos dice:
La perfección técnica es absolutamente necesaria para mantener oculta la profunda pereza intelectual que implican tantas profesiones conformistas. Comprometida con los exigentes requerimientos de un trabajo que nunca es propio e inmersa en ideas que siempre proceden de arriba, la gente mediocre nunca pierde de vista su propia banalidad.3
Nuevas redimensiones de mediocridad son asignadas y heredadas con la libertad de consolidar himnos como <<la titi me preguntó>>, como verdaderas formas de anestesia colectiva; o el poder de un “catedrático” sexagenario con ínfulas de poeta estrella pero consumado bajo la escritura volátil, pueril, pobre y acéfala de un adolescente en plena fase de descubrimiento; o en el peor de los casos, dinosaurios y no tan, colgados del apellido de tal o cual artista, millonario o famoso, como carta de presentación cabal que demuestra el vacío de una existencia maniquea y carente de toda personalidad cultivada en la autosuficiencia. Todo ello demuestra un ejercicio de instauración más o menos similar y decadente como extensión del capitalismo. Después de todo, algunas cofradías visibles se hunden y desparecen hasta llegar al olvido de un pasado que no llega ni siquiera a historia: menos historiadores.
Dedicado a los peces que desean ser pájaros
Notas a pie de página y citas
1 Alain Deneault. (2019). Mediocracia cuando los mediocres toman el poder. Traducción: Julio
Fajardo Herrero. Turner Publicaciones p.9
2 Han, Byung (2017). La expulsión de lo distinto. Traducción: Alberto Ciria. Herder. p.7
3 Alain Deneault. (2019). Mediocracia cuando los mediocres toman el poder. Traducción: Julio
Fajardo Herrero. Turner Publicaciones p.9
Luis Alfonso Briceño-Montilla
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6713-1070
+584162636014